La vida de un reloj | Chispas de dopamina

Rebuscando en mis cajones, encontré ese reloj (básico y barato) que me compré para controlar las horas que pasaba haciendo los exámenes para poder ser profesor.

Qué pobre la vida de ese reloj. No solo nació con un solo objetivo —controlar mi tiempo—, sino que no pudo reproducir sus minutos más allá de ese pequeño cajón donde durmió hasta que, en el momento en el que descubrí que seguía ahí, se paró en seco.

Deja un comentario