
Hay conversaciones incómodas que nos hacen pensar en ciertos temas que nos rodean, como puede ser la economía o aspectos sociales que nos afectan de mayor o menor manera. Uno de ellos, en los que la prensa se ha centrado en los últimos meses, y cuyo impacto fue bastante impresionante, fue los reportajes que surgieron a partir de un tema superimportante, como es la inserción laboral de los jóvenes y uno de los pilares principales de esta: el conocimiento de inglés.
Según estos estudios, publicados en periódicos como El Diario o El Mundo, hacían hincapié en la poca conversión de conocimientos lingüísticos, a pesar de los esfuerzos de la estructura académica basados en añadir y, en cierto modo, perfeccionar o mejorar las asignaturas de lengua extranjera en el currículum educativo.
La cuestión es la siguiente: ¿es suficiente ese esfuerzo para que los alumnos sepan inglés? ¿Es valioso el modelo de bilingüismo que tenemos activo en España actualmente? ¿De verdad vale la pena invertir tantos recursos en aspectos que, a lo mejor, no interesan al alumno? ¿La tasa de conversión de horas de aprendizaje tiene que ir ligada, además, con un estudio adicional en academias u otros centros de formación?
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