Todo lo que aprendí siendo autónomo

Durante los últimos meses, he estado solicitando oferta de trabajo tras oferta; de hecho, he tenido que adaptar mi currículo varias veces porque había que añadir elementos o quitar otros que se habían quedado demasiado antiguos. Sea como fuere, en la última versión he añadido un punto que había dejado pasar en otras versiones anteriores, y es que fui autónomo.

No es que me avergonzara de ello, evidentemente, sino que consideraba que mi experiencia como profesional independiente no se ajustaba al 100% con el perfil por el que estaba postulando: el de la docencia. Ya hemos hablado en otros pasajes de este diario que la docencia y yo ya no somos tan buenos compañeros como antes, porque hemos pasado una relación un poco tormentosa a lo largo de los años, pero este no es el caso que vamos a tratar hoy.

Cuando trabajaba por cuenta propia, centré prácticamente la totalidad de mi tiempo en trabajar. Trabajaba mucho, trabajaba bien y en unas condiciones bastante asequibles. La verdad es que tuve bastante suerte. Debido a mi proyecto Diario de un futuro traductor, tenía bastante contacto con varias empresas y profesionales del sector, por lo que a través de esas relaciones, tuve mis primeros contactos laborales.

Al haber estudiado Traducción e Interpretación, se me presuponía un perfil bastante versátil, e intenté explotarlo de forma profesional lo máximo posible. Como autónomo, centré mi actividad profesional en traducir, revisar y enseñar inglés, pero también en labores de comunicación. Como anécdota, ayudé a un periódico local a iniciar su andadura en el mercado británico por el contacto que tenían geográficamente con una población de este país.

Después de un momento de desencuentros con la profesión, decidí darme de baja como autónomo para centrarme en el Máster de Profesorado, aunque debo decir que he vuelto a ser autónomo durante momentos puntuales para colaborar con ciertos proyectos que me han gustado y me han motivado. Sea como fuere, me gustaría centrarme en lo que aprendí siendo autónomo y en lo que me ha ayudado como trabajador por cuenta ajena… y que la vuelta a ser autónomo no me cueste tanto (sí, he vuelto a trabajar por mi cuenta, pero eso es otra historia).

1. Ser multitarea es algo a lo que acabas aprendiendo. Cuando solo tienes una cantidad de horas en el día (o, si lo ponemos en otras palabras, cuando no quieres trabajar 24 horas al día), acabas teniendo que hacer varias cosas a la vez. Hay acciones llamadas «no productivas», como la búsqueda de empleo o la facturación, que se pueden hacer a la vez que otras que sí generan ingresos, como el mismo trabajo. Evidentemente, hay cuestiones que no permiten el modo multitarea, como traducir en el género audiovisual, pero sí hay acciones que dan un poco de margen en la amplitud de gestiones que se pueden hacer a la vez.

2. La búsqueda de clientes/trabajo debe ser cíclica. Hay una anécdota que me gustaría que tuvierais en cuenta para que veáis por qué aprendí que hay que ir buscando oportunidades de forma recurrente. En 2018, recibí un correo que no me creí al principio: había pasado la prueba de traducción de un gigante del comercio electrónico, y me pedían disponibilidad plena para trabajar como traductor y revisor de contenido de su tienda. Desde el inicio, los proyectos estaban muy bien pagados, no había retraso alguno en el ingreso de las facturas y el flujo de trabajo no era intermitente. Es verdad que para mí este proyecto era un ingreso adicional, porque nunca dejé mi trabajo para centrarme en esto, sino que lo tomaba como una colaboración puntual que se alargó un poco más de lo que preví en un primer momento. Durante la pandemia, si bien yo estuve trabajando con normalidad, hubo mucho compañero que me comentaba que había dejado de lado otros proyectos para centrarse en este… hasta que dejó de llegar trabajo. Es verdad que, cuando estás a gusto, no quieres cambiar nada. Muchos pecamos de centrarnos mucho en empresas o proyectos y cerrar puertas a otras ofertas que nos pueden interesar o favorecer más.

3. El precio de tu trabajo debes establecerlo tú. Hasta trabajando por cuenta ajena, y debido precisamente a que he sido autónomo, no he permitido que mi sueldo baje de cierta cifra, precisamente a los límites que he trabajado para conmigo mismo. ¿Cuánto vale mi trabajo? ¿Cuánto voy a tardar? ¿Qué gastos me va a suponer trabajar? Es una reflexión dificíl de llevar a cabo, especialmente cuando estás presupuestando un trabajo o cuando estás empezando a trabajar, pero es algo que se pasa una vez empiezas a ver que no te cuesta dinero llevar a cabo tu actividad profesional.

Está claro que estos son aprendizajes que se deben a cómo he manejado mi vida profesional y personal, y que pueden no ajustarse a la realidad de cada uno; sin embargo, espero que estas lecciones que han surgido y que comparto aquí os puedan servir a vosotros también.