
En octubre harán diez años desde que empezara la carrera de Traducción e Interpretación, y desde entonces he visto a muchos defender el carácter multidisciplinar y polifacético debido al contacto con las diferentes lenguas que aparecen en el plan de estudios de la carrera, y también a la plasticidad de estas para tratarlas desde diferentes puntos de vista, ya sea en un texto técnico o en un texto literario.
Precisamente esta visión de la carrera como unos superestudios en los que priman los idiomas extranjeros, defendida por los traductores profesionales y apoyada por el mundo académico, no nos hace ver la importancia que tienen otros aspectos de la carrera que también tienen mucho que ver con algunos de los posibles trabajos que pueden acabar haciendo los egresados en Traducción e Interpretación, como el uso de las nuevas tecnologías.
No advertir del más que necesario uso del ordenador como herramienta de trabajo para el traductor y de otros elementos que nos puedan ayudar en el trabajo del intérprete me hace pensar que quizás no se ponen al mismo nivel elementos importantes dentro del proceso de traducción. Pero creo que, sin lugar a duda, quien se lleva la palma es lo poco que valoramos nuestra lengua meta de cara a promocionar nuestra carrera.
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