
Llegar al final del año con cosas que contar es algo de lo que me siento orgulloso normalmente, pero es que llego a diciembre con la sensación de que estos doce meses me han atropellado, en diferentes aspectos; sin embargo, sí que siento que he podido salir ileso y que he sacado muchas lecciones de las que puedo aprender para ser un mejor profesional, pero también una mejor persona.
Sinceramente, tengo dos partes muy diferenciadas de este año: la que he estado empleado y la que, por suerte o por desgracia, estoy en paro. Actualmente, considero que las lecciones que he ido adquiriendo a lo largo de este tiempo son totalmente complementarias y que, de hecho, son perfectamente válidas para (casi) cualquier momento de la vida, porque ¿a quién no le gusta aprender cosas en mitad de una situación tan complicada como la que tenemos, para salir mejor del bache?
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