Mi experiencia como tutor de inglés online

Después de mi experiencia trabajando en academias, decidí que era el momento de apostar por otro tipo de formación. Aunque ser profesor de inglés era (y sigue siendo) mi objetivo final, tenía la sensación de que era el momento de cambiar de tercio, de darle una vuelta de tuerca y de encontrar algo que me motivara de nuevo. Y a finales de agosto, justo cuando todo se tornaba negro, encontré la solución (¿o debería decir que me encontró ella a mí?).

Casi de la nada, tenía una entrevista en una empresa de formación para trabajar como tutor de inglés. Trabajar como tutor de inglés no es algo nuevo para mí; de hecho, ya mencioné mi experiencia como especialista en la enseñanza online de idiomas en varias ocasiones, pero esta vez era muy diferente a toda la experiencia que había tenido con anterioridad.

Mis alumnos: funcionarios de carrera con nivel avanzado
Como acabo de mencionar, mi experiencia en esta empresa iba a ser bastante distinta a lo que ya había hecho antes, pero adaptarme no fue ningún problema. Trabajar teniendo tutorías por teléfono no era nada nuevo, pero trabajar con gente que pertenecía al cuerpo de funcionarios del Estado era algo diferente. Le tenía un cierto respeto a tener este tipo de alumnado, pero, a pesar de estar formándose en niveles superiores —C1 y C2, sobre todo—, no podían ser más humildes.

Recibían todos los comentarios de corrección no solo con toda la predisposición del mundo, sino que también solicitaban más referencias para poder profundizar en el tema que nos tocaba cada día. Los temas de las tutorías eran diversos, adaptados al nivel del alumnado, pero hay que tener en cuenta que era, simplemente, una excusa para demostrar el nivel que se tenía en expresión oral.

Yo siempre les dejaba, además de las correcciones a los posibles errores cometidos durante nuestra sesión de speaking, la sección gramatical correspondiente a estos errores del British Council, ya que es uno de los recursos más completos y sencillos de entender que he visto. Otro de los recursos que también solía añadir era Forvo, una guía de referencia de pronunciación hecha por nativos, en la que se puede escuchar de primera mano cómo se pronuncian ciertas palabras.

Las mil y una anécdotas
Este método de formación y tutorización es muy cómodo, como ya hemos mencionado anteriormente, pero algunos se tomaban la comodidad de una forma literal. Los tutores esperábamos una media hora de nuestros alumnos para poder hacer una prueba oral con ellos y ponerles una nota que luego repercutiría en su nota global del curso; sin embargo, no todos tenían la misma predisposición para trabajar (o no todos la mostraban de igual forma).

De dar clases con estudiantes que se acababan de despertar (nota: los turnos de llamadas empezaban a las 08:30 de la mañana, ¡agüita!) a darse cuenta de que hay alumnos que deciden que se pueden escapar al baño mientras están en mitad de una tutoría grupal, para sorpresa del otro alumno y de mí mismo, que no pude aguantar la risa.

Otras anécdotas se me escapan a la memoria, pero puedo decir que, aunque la experiencia fuera curiosísima debida a los horarios imposibles de los funcionarios, las diferentes zonas horarias (trabajar con diplomáticos en otros países es lo que tiene) y los plazos imposibles para algunos alumnos, trabajar como tutor me ha hecho replantearme muchas cosas a nivel personal y profesional.

Mi experiencia hasta ahora: ¿qué he aprendido?
Las implicaciones de trabajar en un ambiente en el que la lengua vehicular, incluso entre los profesores no nativos, era el inglés me hizo darme cuenta de que quizás era el momento de obtener un certificado de idiomas en lengua inglesa; concretamente, uno de Cambridge. Aunque había trabajado como profesor de este tipo de certificaciones anteriormente —e, incluso, tuve un grupo intensivo de C1 durante el verano de 2018—, la verdad es que nunca me había hecho falta ningún certificado para trabajar, ya que con una prueba de nivel o mi grado en Traducción, además de mi experiencia previa, había sido suficiente. Hasta que llegaron las oposiciones.

Hacer un examen en el que hay que definir, buscar sinónimos o, simplemente, entender al 100 % una pieza periodística para contestar ciertas preguntas te hace darte cuenta de que tu nivel no es tan bueno como creías o, si tienes suerte, de que tu nivel es bastante más aceptable de lo que querías admitir. En mi caso fue el segundo: trabajar como tutor me ha hecho darme cuenta de que he mejorado un montón en inglés gracias a las dudas de los alumnos con niveles más altos, ya que consultábamos muchos diccionarios monolingües, veíamos muchas gramáticas para encontrar la respuesta más certera y también encontrábamos frases idiomáticas para aquellas tareas que incluyeran un inglés más coloquial.

Además, también veo una mejora en mi nivel de traducción al español, ya que muchas de las tutorías más específicas que he tenido durante mi tiempo en la empresa en la que trabajo han estado relacionadas con diferentes temáticas, como la ingeniería, la arquitectura, los servicios públicos y demás, y he tenido que encontrar traducciones certeras para ofrecer este material a los alumnos que así lo solicitaran. Por si no fuera poco, toda esta situación me ha replanteado si me gustaría volver a traducir, algo que nunca está de más, y que ya había pensado en el pasado.

Por último, me gustaría destacar el poder de gestión que he adquirido durante todo este tiempo. Trabajar como tutor no solo trata de dar clases telefónicas o virtuales con alumnos que estén en otro lugar, sino que también hay que gestionar reservas, ofrecer material adicional, trabajar con herramientas de gestión, hacer seguimiento para tener una visión general del progreso de los alumnos…