
Trabajar como docente es mi pasión, y creo que lo he dejado claro más de una vez en este cuaderno de campo. Precisamente por eso me fue tan difícil —o, mejor dicho, le di tantas vueltas— aceptar un trabajo diferente, en el que, si bien mi conocimiento relacionado con la docencia era primordial, no era el punto principal del puesto.
Durante seis meses (desde febrero a agosto de 2021), trabajé como coordinador técnico de formación, un puesto que se creó debido a una gran alta carga de trabajo que había por un proyecto de una administración pública. En este puesto, mis funciones principales estaban relacionadas con la gestión de alumnado y del personal encargado de las formaciones para esta institución pero, también, ser el punto de unión entre el cliente y la empresa.
Está claro que un cambio de puesto como este también tenía unos cambios de tareas y de responsabilidades que se vieron reflejadas en mi día a día, y me gustaría plasmar en este registro lo que supuso ampliar mis horizontes y descubrir otro perfil que, como veremos, ya tenía ganas de probar.
Antecedentes
En la empresa en la que trabajé como coordinador técnico de formación había estado trabajando como tutor online de programas de formación por y para la administración pública, y la responsable del departamento de idiomas llevaba toda la gestión de los programas en los que participábamos los tutores.
Todo el tema de la gestión, la comunicación y la producción de los cursos me llamaba mucho la atención y, de hecho, recibí publicidad relacionada con la formación en cursos específicos de gestión de formación subvencionada por el Estado y las Comunidades autónomas, como el que ofrecen en ADR Formación, por poner un ejemplo.
La cuestión es que imaginaba que el curso iba a ser bastante asequible, al conocer (un poco, al menos) las funciones del trabajo para el que me iba a formar a partir de los contenidos que iba a probar; sin embargo, me di cuenta de que quizás gastarme un dinero en un curso que, de primeras, tampoco me interesaba mucho no era la mejor idea.
Cuando me ofrecieron el puesto, sin embargo, me dio la sensación de que cambiar de tercio no me vendría mal, y más teniendo en cuenta que soy la típica persona que me gusta ponerme retos… así que dije: «¿Por qué no?». Nunca se sabe qué beneficios puede traer este tipo de cambios, y yo estaba dispuesto a descubirlo.
El puesto: tareas, pros y contras
Como he comentado anteriormente, la responsable de mi departamento creía que el puesto iba a ser de dedicación exclusiva, por lo que necesitaba a alguien que tuviera conocimientos didácticos, pero que también supiera de gestión de proyectos, y un tanto sobre conocimientos de recursos humanos y de documentación. Aunque no sabía de esto último, en los meses venideros me haría un experto.
El puesto en sí consistía en gestionar diferentes cursos online de idiomas con una institución pública, además de configurar fechas, docentes (que debían tener unos requisitos para justificarlo frente a posibles auditorias), y cuestiones de la plataforma online de formación, como incidencias o aspectos relacionados con la parte didáctica del curso en sí, como exámenes, tareas, etc. Asimismo, también tenía una parte muy importante de administración, que consistía en la gestión de una serie de documentación del alumnado que había que presentar ante la institución, dependiendo del perfil que tuviera.
Debo decir que, ahora que todo ha terminado, y que veo el puesto con cierta distancia, el trabajo tenía sus luces y sus sombras. Como he mencionado anteriormente, el hecho de estar haciendo una cosa diferente a la docencia en sí fue un soplo de aire fresco, ya que llevaba un año y medio haciendo exactamente lo mismo, dando los mismos niveles y con alumnos de perfiles parecidos, por lo que estar trabajando en otro puesto fue justo lo que necesitaba en el momento preciso. Además, saber que en la empresa se me valoraba como profesional y que confiaban en mí para tener un puesto de tal calibre me hizo sentirme muy orgulloso de mí mismo y de mi trabajo.
Sin embargo, son muchos los problemas que me fueron surgiendo a lo largo de los meses, y es que la cantidad de trabajo (debido a la demanda de los cursos, la cantidad de alumnos y los problemas que fueron surgiendo) fue tal que no pude procesarla correctamente. De hecho, uno de los principales problemas fue la documentación de las diferentes ediciones, que no se gestionó correctamente porque no encontraba la forma de que todo fuera más o menos al día. La cuestión es que me sentía mal si pedía ayuda, pero si no la pedía (que fue lo que pasó) iba a acabar muy mal.
Conclusiones
Al final, el puesto me ha dado más alegrías que penas, especialmente cuando terminé de trabajar en esta empresa. Me ha ofrecido la posibilidad de ejercer otro tipo de trabajo, para el que tenía una formación complementaria interesante (un curso de gestión de proyectos), pero para el que nunca había trabajado en sí, solamente cuando era autónomo.
También me ha hecho darme cuenta de que en el enjambre de una empresa siempre hay personas en las que te puedes apoyar más o menos, pero que, si existe algún problema, hay que comunicarlo lo antes posible para gestionarlo correctamente; además, siempre existe la posibilidad de que se encuentre una solución antes si compartes el problema que si lo dejas pasar.
Por último, debo decir que este puesto me ha enseñado que la salud es muy importante, especialmente en puestos de mando, y sobre todo, la salud mental. Habiendo teniendo diferentes problemas de salud durante estos meses, que ahora asocio a estos meses tan extremos, creo que ahora es hora de cuidarse y de esperar un poco antes de volver al trabajo. O, al menos, a este tipo de trabajo, que no descarto volver a hacer.