
Voy a contar una historia que necesito para poner en contexto el resto de acciones que se vienen, que se van y que nunca vendrán, y es que estoy acostumbrado al fracaso, al tropezón, pero estoy también acostumbrado a las autoexigencias que pueden o no llevarme a rascar alguna victoria. La cuestión es: ¿vale la pena quemarse hasta el punto de perder la salud, la pasión, o, simplemente, el tiempo?
Sea como fuere, lo primero que debo admitir, y antes de seguir escribiendo, es que llevo en terapia ya un tiempo debido a, precisamente, esa sensación de cansancio por tener una voz demasiado crítica y poco comprensiva conmigo mismo, a la vez que me sigo autoexigiendo de manera muy directa e, incluso, demasiado violenta, sin tener en cuenta el contexto, cómo me encuentro, o si de verdad me apetece hacer algo.
Precisamente este contexto es el que me ha hecho darme cuenta de que quizás embarcarme en ciertos proyectos, como las oposiciones, es algo que no me apetece, o que no es el momento, o que quizás el momento ya ha pasado. El pensamiento intrusivo de que se está haciendo algo que no cuadra con nuestro estado de ánimo o nuestros objetivos a corto o a medio plazo, o que seguramente no dé los resultados que esperamos, es una tarea muy cansada. Y, claro, uno acaba exhausto.
El cansancio viene, precisamente, de cargar en la mochila con según qué piedras, y creo que es hora de soltar las que no nos vengan bien. Hace unos meses que vengo haciéndolo, y precisamente, hace pocos días, en realidad, he decidido soltar una piedra bien gorda que no me hacía ningún bien por el estrés que me suponía: he dejado, finalmente, el Máster en las Tecnologías de la Información y de la Comunicación en el Tratamiento y Enseñanza de Lenguas que empecé en 2018, e intenté recuperar este año. Es verdad que he intentado hacer algo al respecto en las oportunidades que se me han brindado a lo largo del curso y también en septiembre, pero ahora mismo no me siento con las ganas, o la energía, o la motivación necesaria para abordarlo.
Y, aunque sepa a fracaso, porque, en parte, lo es, creo que admitir según qué debilidades y quitarse de encima la carga mental que supone esconderlas me sabe a una pequeña victoria, y creo que con eso me tengo que quedar. Se vienen cosas que me motivan, y que espero cumplir y llevar hasta el final. No es el fin del mundo.