Razones por las que dejé de trabajar con academias (y una razón por la que volvería)

En marzo de 2015, empecé mi andadura como autónomo, aunque, como muchos sabéis, acabé dejándolo en junio de 2017 para dedicarme en exclusiva a la enseñanza de idiomas. Desde entonces, no he parado de trabajar en puestos relacionados con la docencia, ya sea en empresas no relacionadas con la enseñanza como en academias y centros de formación.

Dejar la traducción, como he mencionado en varias ocasiones, no fue fácil, pero dadas mis experiencias como gestor de mi propio negocio y las ofertas surrealistas que me fui encontrando durante mi tiempo como profesional freelance, la verdad es que prefería trabajar por cuenta ajena.

Mi sorpresa ha sido que, a pesar de que el servicio de formación no reglada en España goza de una salud bastante buena —gracias a la necesidad de acreditación de idiomas por parte de las instituciones universitarias, los colegios bilingües y la necesidad de unos conocimientos lingüísticos suficientes para ser competitivo en el mundo laboral—, últimamente me he encontrado con algunos aspectos de las academias que me han hecho decir hasta aquí y no volver a trabajar con ellas.

[❌] Te exigen mucho y recibes muy poco
Cuando empecé a trabajar en academias, acababa de salir de la carrera, por lo que no me esperaba un sueldo muy elevado trabajando en la docencia; de hecho, solo me salían algunas particulares que, además de ocuparme bastante tiempo, estaban bastante mal pagadas, como auguraba. Pero la cosa no ha mejorado, a pesar de que han pasado cinco años desde mi primer trabajo como profesor de inglés.

Después de terminar el grado de Traducción e Interpretación en 2014, hacer el Máster en Formación del Profesorado en 2018 y estar haciendo otro segundo máster, me sigue dando la sensación de que un profesor en una academia de inglés debe ser infalible y tener una formación espectacular para ser contratado en una institución de formación no reglada, recordemos.

A pesar de que actualmente estoy trabajando en proyectos que tienen una duración bastante prolongada en el tiempo, debo admitir que he estado buscando trabajo hasta hace relativamente poco. Una de las últimas entrevistas a las que fui, además de requerirme un nivel C2 acreditado, me pidió hasta diez referencias para formar parte de su plantilla. Entiendo perfectamente que necesite esa información para empezar a trabajar con ellos, pero es que las condiciones a nivel salarial y de horario tampoco es que fueran espectaculares, sino que además caía en aspectos ilegales que ya he denunciado ante las autoridades competentes.

[❌] Me he encontrado con muchísima discriminación por género o por nacionalidad
¿Sabéis cuántos anuncios me he encontrado durante todos estos años en los que pedían profesores exclusivamente nativos? Más de los que me gustaría admitir, la verdad. Y como en el anterior punto, me daba bastante rabia, precisamente porque exigían muchísimos requisitos, a pesar de no ofrecer unas condiciones espectaculares de forma general.

El quid de la cuestión llega cuando te lees la Legislación de la Unión Europea —concretamente, el artículo 21— y te das cuenta de que discriminar por nacionalidad o género, entre otras posibles discriminaciones en el ámbito laboral, va en contra de este reglamento. En uno de los grupos de Facebook en los que se publican ofertas relacionadas con trabajos para profesores de inglés en la provincia de Málaga, por poner un ejemplo, no aceptan ofertas que sean exclusivas para nativos.

También he sido rechazado por cuestiones de género, como recién apuntaba, y sobre todo cuando el puesto ha estado relacionado con niños más pequeños, a pesar de contar con el registro por delitos sexuales en regla, único requisito que me han solido pedir para trabajar con niños pequeños. La cosa es que, hasta cierto punto, entiendo que quieran a chicas para tratar con niños pequeños, pues muchos estudiantes de tan temprana edad se relacionan de una forma más natural y cercana con las mujeres que con los hombres, pero aceptar a solo chicas en otros niveles tampoco lo he llegado a entender.

[❌] Está aumentando el número de academias que prefiere ir por vías poco ortodoxas
Durante toda mi vida, me he encontrado con gente que va de frente y con algunos a los que, como se dice en mi tierra, hay que ponerles de comer aparte. Con los primeros no he tenido nunca ningún tipo de problemas, pero con los segundos sí que he tenido episodios bastantes desagradables.

No sé por qué, pero cada vez me encuentro con más ofertas en las que las academias no quieren pagar el finiquito del empleado, cuando está en el convenio de los trabajadores, que al finalizar el empleo se deben liquidar todas las cuentas pendientes que tengan empresa y trabajador. Relacionado con este caso, a principios de septiembre tuve una entrevista en una academia que se excusaban en su alto salario para no pagar el finiquito correspondiente (es decir, ningunas vacaciones debidas ni las indemnizaciones por despido, etc.). De hecho, debido a este caso, esta empresa ha sido reportada en los portales de empleo.

[❌] No es una carrera con mucho recorrido
Aunque, como he mencionado antes, las academias gozan de bastante salud a nivel económico y comercial, considero que los profesores en academias no llegan a quedarse en el mismo sitio porque es una profesión en la que uno se acaba estancando debido a la falta de recorrido profesional (que no personal) en un centro de formación no reglada. Lo máximo que se nos puede ofrecer es el posible aumento de horas (y el consiguiente aumento de sueldo), pero poco más. Un trabajo poco motivador para muchos que hará que me lo piense más de una vez antes de trabajar en academias de nuevo.

Hablando con una compañera de profesión, que también ha dedicado su cuerpo y alma a las academias de idiomas, llegamos a la conclusión de que el tiempo máximo que puede llegar a pasar un profesor en una academia sin ser dueño de ella son unos cinco años, en los que coja la suficiente experiencia para encontrar un trabajo en el que sí pueda avanzar o que esté más relacionado con la formación reglada. Pero esto es solo una opinión que hemos tenido según nuestras experiencias personales.

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Después de todos estos puntos negativos, cuesta encontrar esa razón por la que volvería a trabajar en academias. No me lo han puesto fácil, pero haciendo un recorrido a mi experiencia profesional y a las influencias que han tenido en mi vida personal, me he decantado por esta:

[🤍] Es un buen escenario para darte cuenta del tipo de profesor que eres (y que te gustaría ser)
Las academias son un lugar en el que existen dos posibles escenarios: que sea una academia de refuerzo, en los que cada alumno es de su padre y de su madre, como se suele decir, o que sea una academia de idiomas, en las que todos siguen un mismo curso a un nivel más o menos equiparable.

Sea como fuere, creo que es un ejercicio muy funcional para aquellos que nos queremos dedicar a la formación reglada, ya que nos encontramos con diferentes alumnos, con diferentes tipos y ritmos de aprendizaje, pero también con las distintas motivaciones que hacen que cada uno esté en ese lugar y para qué está.

La ventaja es que en una academia, normalmente, el profesor es quien lleva el ritmo de la clase y los contenidos que hay que enseñar, por lo que se trata de ver de qué recursos disponemos, qué estrategias somos capaces de llevar a cabo para que el proceso de enseñanza y aprendizaje sea satisfactorio tanto para el alumno como para el docente.