Una noche de fiesta | Chispas de dopamina

Son las siete de la mañana, y mi madre se hace la dormida, aunque sé que escuchar las llaves le hace suspirar de alivio. «Mi niña está en casa, sana y salva», pensará. Aunque sé que, por desgracia, habrá chicas que no volverán sanas o que, directamente, no volverán.

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