En cada viaje que hago me pasa lo mismo: meto demasiado en la maleta, me quedo corto o no acierto con la ropa porque el clima cambia de un día para otro. Precisamente las maletas nos definen mucho más de lo que creemos. Por eso nos dicen qué nos llevaríamos a una isla desierta, para ver qué nos llama, con qué nos quedamos de todo lo que tenemos y podemos alcanzar. Me encantaría decir que me llevaría muchos libros para estar entretenido, o mucho papel para escribir, pero me da la sensación de que me pasaría como siempre que hago la maleta: que no acertaría.