El sueño recurrente | Chispas de dopamina

Este que os cuento hoy es un sueño recurrente. La primera vez me resultó tan real y tan angustiosa que, supongo que a modo de defensa, mi cabeza ha sido incapaz de replicar esa misma sensación.

Me levanto de la cama, con mucho sueño. Miro el reloj: todavía no han dado las dos de la mañana. Me cambio de ropa, me lavo la cara, cojo las gafas y me dirijo a la calle. Decido entrar en el coche, meto la llave en el contacto, lo arranco y empiezo a conducir con destino desconocido. El tráfico es ligero, por lo que acelero un poquito más de la cuenta. Adelanto sin mirar quién conduce, aunque debo decir que me da curiosidad a quién se le ocurre coger el coche de noche.

En un giro, mi volante no responde y acabo saliéndome de la carretera. Lo único que veo es cómo las luces delanteras alumbran un puente, un barranco, un terraplén… y cuando veo que no me ha pasado nada e intento quitarme el cinturón, me despierto. Siempre me pasa igual, aunque, insisto, la primera vez fue la que más miedo me dio.

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