Libre | Chispas de dopamina

—Tenemos que hablar —dijo, finalmente, rompiendo el silencio—.

Lo había estado pensando durante meses, pero era el momento idóneo. Le habían ofrecido un puesto en otra ciudad y, por otra parte, estaba harto de poner copas y volver a casa para no recibir el cariño que necesitaba.

La frase fue fatal. El receptor del mensaje se había dado cuenta de que la historia se acababa y no pudo hacer otra cosa que romperse en llanto. Nuestro protagonista, sin embargo, se mantuvo fiel a sus principios y, aunque también le daba pena, para él fue una liberación más que cualquier otra cosa.

Deja un comentario