
Al estudiar Traducción y darme cuenta de que me interesaba más la docencia, aunque es una historia que ya he contado mil veces, también me di cuenta de que me interesaba muchísimo la investigación; de hecho, aunque fuera en ocasiones puntuales, he llevado a cabo algunos estudios más o menos relacionados con los idiomas, la docencia o la orientación profesional y académica. En muchas ocasiones, de hecho, siempre me dije a mí mismo que quería hacer el doctorado. Y ahora que nadie nos lee, debo admitir que he solicitado en alguna que otra ocasión el acceso a los Programas de Doctorado de la Universidad de Málaga.
El doctorado es considerado el culmen de la educación académica, un camino que no solo demanda años de estudio y esfuerzo, sino también una profunda dedicación y pasión por la investigación. Sin embargo, a pesar de que tiene ciertas ventajas y prestigio, hay varias razones por las que alguien podría decidir no embarcarse en esta ardua travesía. En este artículo, presentado en mi serie «Razones» (como las de trabajar como autónomo, con academias, opositar, pedir cartas de recomendación, dejar de ser profesor o estudiar el Máster de Profesorado), hablo de las razones por las cuales jamás me dedicaría al doctorado y una por la cual sí que me atrevería.
[❌] Te tienes que comprometer con el doctorado muuuucho tiempo
Para mí, el doctorado no es solamente un título, sino todo lo que ello conlleva. Es verdad que abre ciertas puertas, pero la inversión tan significativa de tiempo —ya sabemos que las investigaciones, en ocasiones, son lentas— hace que me eche para atrás la idea de invertir mi vida, casi al completo, para recoger este reconocimiento académico. Pasa un poco lo que pasa con las oposiciones: hay que dedicarse casi exclusivamente a ello durante un tiempo ad aeternum, dejando atrás oportunidades laborales, vida social o, en muchos casos (en la mayoría), estabilidad económica.
[❌] Estrés, estrés y más estrés: ¿vale la pena?
En el proceso del doctorado, es importante llevar a cabo ciertos pasos, como revisiones del estudio, recibir críticas por el trabajo y publicar en revistas académicas, así como obtener financiación para la investigación o, por último, defender la tesis delante de un tribunal. Para mí es algo que, habiendo hecho una oposición, me parece un nivel de agobio tan significativo que no sé si me vale la pena.
[❌] Más incertidumbre laboral, como si no fuera suficiente
Si bien es verdad que un doctorado abre muchas puertas en el mundo laboral, especialmente en el campo académico, la verdad es que la realidad es bastante más complicada. No existe una renovación suficiente del personal académico para que los nuevos doctores los releven, y tampoco existen trabajos posdoctorales lo suficientemente bien remunerados para todas estas personas. Asimismo, la sobrecualificación suele ser un obstáculo para encontrar trabajo en el sector privado, donde se suelen primar las habilidades prácticas o una experiencia laboral concreta que los títulos académicos más avanzados.
[❌] Hay que hacer (demasiados) sacrificios
Me da la sensación de que el doctorado es como una oposición a lo grande, ya que se sacrifican las mismas cosas: los planes personales. El hecho de tener que dedicarte en la mayor proporción posible a hacer el doctorado puede significar posponer planes como formar una familia, comprar una casa o, simplemente, viajar. La dedicación tan intensa que requiere esta vía puede llegar a afectar a nuestras relaciones personales y, de alguna manera, aislarnos.
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[✅] Me encanta la docencia y la investigación
A pesar de las razones negativas que he mencionado, hay una importante razón que podría considerar para hacer un doctorado: mi pasión por la investigación y la enseñanza. Si tuviera la oportunidad de profundizar en temas que me fascinan, contribuir en avances en la enseñanza y, quizás, descubrir algo interesante que tenga un impacto significativo en la docencia, la verdad es que me gustaría llevar a cabo esta investigación. El doctorado, en realidad, me ofrece la oportunidad de convertirme en un experto en un área específica, y eso también me llama mucho la atención.