Traducción e Interpretación es una carrera conocida por su versatilidad y por las mil caras que pueden adoptar los graduados ante el mundo laboral, pues no solo nos forman para ser traductores o intérpretes, sino que podemos aplicar nuestros conocimientos a otros campos de la lingüística, la comunicación o de la formación, entre otros ámbitos de otros sectores en los que puede caber nuestro perfil como especialistas del lenguaje, de la cultura u otros factores que puedan parecer interesantes.
Yo tenía muy claro que quería estudiar Traducción e Interpretación para ser profesor de inglés, ya que la docencia siempre ha sido mi vocación principal, pero, cuando conocí la traducción desde dentro, me di cuenta de que ser traductor era algo que me llamaba bastante la atención y que elegiría seguir con este camino. Conocí algunas de las variantes con las que más se trabaja en la vida real, como la traducción técnica, la científica o la audiovisual, además de especializarme en traducción literaria. Una vez conocidos todos los ámbitos de la traducción y haber explotado algún que otro de forma casual, tocaba terminar la carrera y empezar la vida real. Pero, antes, quedaba por hacer algo: el trabajo de fin de grado.
Para muchos estudiantes de Traducción e Interpretación que estén ahora mismo paseando por los pasillos de la universidad, las palabras «trabajo de fin de grado» no significarán mucho más que una asignatura que les queda más o menos lejana, algo de lo que no deben preocuparse todavía; sin embargo, para muchos traductores e intérpretes actuales (y para sus tutores de entonces), esas palabras significaron insomnio, quebraderos de cabeza, reuniones y muchísimo trabajo durante meses.
El trabajo de fin de grado es un proyecto teórico o práctico por el cual el estudiante de Traducción e Interpretación debe demostrar ante un tribunal que reúne las capacidades lingüísticas y de investigación que se han ido aprendiendo a lo largo de la carrera. Debe ser un proyecto de investigación o un trabajo en el que se apliquen los conocimientos prácticos de nuestras disciplinas, como una traducción original comentada de un texto, una aplicación de los conocimientos traductológicos en la formación, etc..
Yo decidí decantarme por un tema que descubrí investigando mientras escribía artículos para mi blog Diario de un futuro traductor: la traducción publicitaria. La publicidad ha sido un ámbito de la comunicación que siempre me ha interesado, pero poder aplicar conocimientos traductológicos a algo tan extraordinario como un spot era algo que me emocionaba muchísimo. En el artículo, comentaba los juegos de palabras en los eslóganes de dos marcas concretas: la de All-Bran Crujientes y la de Maybelline. La verdad es que fue un artículo que no solo me gustó mucho, sino que también respondió bastante bien entre mis seguidores, y, cuando tuve la ocasión de elegir tema para terminar la carrera, creí que investigar sobre algo que disfruté tanto sería una experiencia única.
La publicidad es un tipo de comunicación que se dedica a persuadir a las masas, y, por lo tanto, recoge en sí misma una gran cantidad de elementos lingüístico-culturales que son perfectos para ser estudiados desde el punto de vista de un traductor. Desde la formalidad de la persona hacia la que se dirige el emisor (tú, usted, vosotros…) hasta el tipo de lenguaje (más directo o más indirecto) son elementos que hay que tener en cuenta a la hora de adaptar y de adoptar una campaña publicitaria para un mercado, pues, como acabo de mencionar, no toda publicidad es idónea para todos los territorios. Incluso dentro de un mismo idioma, como es el español, hay palabras tabú en el mercado latino que en el español europeo suenan inofensivas.
Conforme avanzaba en el proyecto, me daba cuenta de la magia de la publicidad: no solo guarda elementos lingüístico-culturales en un espacio tan pequeño, sino que también hace que el cliente potencial se interese en el producto, se sienta identificado con los referentes que se exponen en el spot, entienda el mensaje que quiere transmitir (si un vehículo está orientado para jóvenes, por ejemplo), sienta la necesidad de hacerse con el bien o el servicio que anuncian y que la marca, el eslogan o el anuncio por completo le influyan para que, al final, compre el producto anunciado. También me di cuenta de todo lo que implica traducir un anuncio en los casos en los que se juega con el lenguaje local y los dobles sentidos, pues no siempre se pueden trasladar a otros idiomas: Nissan usó la rima en inglés («You can with a Nissan») y el doble sentido en el español («¿No prefieres viajar en primera?»).
En resumen, este proyecto de fin de carrera trató de explicar qué es la publicidad, qué tipo de comunicación se usan en los spots publicitarios y los elementos que se tienen que tener en cuenta a la hora de estudiar y traducir la publicidad; desarrollar las características de la difusión internacional de una campaña publicitaria, el papel que desempeña el traductor y los tipos de traducción que se pueden dar a la hora de expandir una marca de forma internacional; aplicar los conceptos teóricos a unas campañas publicitarias de productos relacionados con la alimentación, además de justificar y analizar la traducción.
Las conclusiones a las que llegué a lo largo de toda la investigación son varias, además de las que ya he mencionado en el resto de la entrada. La primera es que el traductor publicitario debe tener un perfil muy especial, al tratar con un tipo de comunicación que pretende no solo verter oraciones o juegos de palabras de un idioma a otro, sino que también debe traspasar la persuasión y la idea de promoción y venta que tiene la publicidad en sí misma. Además, podemos ver en los ejemplos del trabajo como hay unos factores que se repiten en los anuncios utilizados, como el uso del modo imperativo de los verbos usados en los eslóganes, intentando conectar directamente con el cliente potencial, o la aparición de ciertas palabras que evocan al placer.
Ahora que he terminado de estudiar Traducción e Interpretación, toca pensar qué caminos toca andar y la verdad es que el mundo de la comunicación publicitaria y su traducción es un mundo por el que me encantaría viajar. Me gustaría buscar algún tipo de formación universitaria que me ayudara a caminar por este sendero que he elegido, aunque ya he encontrado algunos cursos de redacción publicitaria, redes sociales y marketing digital que me ayudarán, en parte, a seguir investigando, formándome e interesándome por este mundo que tanto me gusta.
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- La traducción publicitaria (inglés-español): estudio comparativo de casos, Ismael Pardo (2014). Trabajo de fin de grado completo, junto a vídeos, transcripciones y el artículo de Diario de un futuro traductor que inspiró el proyecto.
- Diario de un futuro traductor, Ismael Pardo (2015). Recopilación de mis artículos como estudiante, en la que incluyo «Juegos de traducción: la publicidad» y muchos más.
- La traducción publicitaria: comunicación y cultura, Cristina Valdés (2004). Una de las lecturas que más me ayudó a entender la traducción de la publicidad y que más me enganchó al tema.