Que cada vez hay más programas de telerrealidad o reality shows es algo innegable: desde grabar a personas anónimas (y no tan anónimas) encerradas en una casa donde tienen que convivir para ganar un premio, como la marca Big Brother/Gran Hermano, hasta programas en los que graban la vida de celebridades de diferente tipo, como Keeping Up with The Kardashians, sin olvidar los programas más curiosos, en los que había que construir una casa, con un título tan poco original como La casa de tu vida.
Llevando este tema a nuestro terreno, puedo decir que traducir realities no es nada sencillo, por todos los personajes que actúan e interactúan dentro del programa, así como la gran cantidad de carga cultural que existe dentro de las conversaciones del día a día, además de una relación con otras temporadas del programa u otros elementos internos o externos relacionados con él. Cuando se traduce un programa de estas características se quiere hacer una relación, precisamente, con el nombre de este tipo de programas, telerrealidad, y mostrar un lenguaje lo más real posible. Y es parte de ese lenguaje, además de otros elementos visuales, lo que nos hace sentir que el reality es parte de la realidad, hace que lo vivamos y que nos metamos dentro. Pero ¿habéis pensado alguna vez en las implicaciones que tiene el meteros, literalmente, en un reality show?
Precisamente yo estuve a punto de embarcarme en un programa de telerrealidad hace unos meses. Pero antes me gustaría contaros qué significa este tipo de programas para mí, como espectador, por una parte, y como traductor, por otra. La primera es sencilla: sinceramente, disfruto de muchos programas de telerrealidad porque son divertidos, curiosos o diferentes al resto.
Antes he mencionado al clan Kardashian y a su programa porque soy un seguidor acérrimo de este show, y no por lo que cuentan o por cómo son, sino porque la vida que tienen es tan loca que desconectas por un momento de tu realidad y solo te dedicas a disfrutar del contenido. Además, la traducción de Las Kardashians es de lo más divertido y natural que he visto en mucho tiempo. Algo parecido me pasa con Gran Hermano, marca también mencionada anteriormente, de la que no solo me sorprende que se haya emitido en más de 70 países sino que en España vayamos ya por la 17ª edición, además de los programas especiales que se han hecho con famosos y con reencuentros.
Sea como fuere, los programas de telerrealidad muestran algo que ningún otro programa muestra: la vida privada de las personas que participan en él. En Gran Hermano hay una emisión en directo las 24 horas, desde donde se puede ver cómo comen, duermen, se duchan o discuten los integrantes de la casa. Y es algo que muchos se tienen que pensar cuando van a participar en un programa de estas características.
Volviendo a mi embarque en este programa de televisión, pasó de la siguiente manera. Un redactor de una productora contactó conmigo para hacer un cásting telefónico para un reality del que se iba a estrenar la segunda temporada durante este invierno. Al principio hice el cásting, le mandé las fotos correspondientes y lo pasé, por lo que querían verme en una entrevista final. Supongo que fue en este momento cuando pensé en lo que vendría después de la grabación y de la emisión del programa, y fue cuando tuve que rechazar.
Las razones son varias, pero básicamente tienen que ver con mi trabajo. Actualmente trabajo como traductor y profesor de inglés, además de prestar otro tipo de servicios a otras empresas y particulares. Para participar en este programa, tendría que estar casi tres meses viviendo con cámaras que iban a captar cada paso que daba y no me hacía mucha gracia que estuvieran ganando cómo o dónde trabajo, además que a mis clientes quizás no les gustará que estuviera involucrado en algo así.
Además, esas cámaras no sólo se quedarían en una mera distracción el mundo laboral, sino que también afectarían a mi privacidad, algo que me importa cuidar no solo de cara a mis clientes, como mencionaba anteriormente, sino también a mi entorno personal y a mí mismo. Recuerdo ver ese programa y ponerme las manos en la cabeza cuando se trataban temas de relaciones personales e íntimas, y no me gustaría que mi familia viera ese tipo de cosas, y menos en televisión.
Otras dos razones tenían que ver con la experiencia posterior a la grabación y a la emisión. La primera es que el programa, por su funcionamiento, te ata a unas cuantas implicaciones personales que luego habría que deshacer (o que seguir con ella, en el mejor de los casos). Sea como fuere, el peor o el mejor de los casos, la verdad es que no estaba dispuesto a llevar a cabo ciertos procesos por el mero hecho de mi juventud y de la vida después de la televisión, algo que, de verdad, me afectaba y a lo que le di muchas vueltas. La otra razón es la mala fama que suelen tener la mayoría de las personas que participa en un programa así; de hecho,estuve hablando con un compañero que sí que había participado en un reality y lo que me dijo fue lo siguiente: «en este tipo de programas siempre tiene que haber un malo». Y, sinceramente, prefería no arriesgarme.
Quizás este artículo no tenga mucho que ver con la traducción directamente, pero sí que tiene (y mucho) que ver con mi profesión y mi trabajo actuales. Actualmente estoy orgulloso de haber rechazado participar en este programa, pues tampoco creo que diera el perfil para ello. Eso sí: ir a la televisión sí que me atrae, pero los castings que he hecho han sido para oto tipo de programas, en los que se participa con la inteligencia y con el desparpajo, y en los que no se meten , como Ahora caigo, en el que, por cierto, últimamente hemos visto a muchos traductores. ¿Quién sabe? Quizás mi destino sea caer por una trampilla en vez de casarme con una persona a la que no conozco de nada.
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- El lenguaje de la televisión. Artículo del blog Lingüística, en el que se muestran las características del lenguaje de la televisión, además de las influencias que tiene sobre nosotros.
- Influencia de la televisión sobre los adolescentes. Artículo-estudio sobre la influencia que tiene la televisión sobre los adolescentes, en el que se tratan programas como Jersey Shore o South Park.