Quienes me siguen desde hace unos cuantos años saben que mi pasión, incluso antes de empezar a estudiar Traducción e Interpretación, es la enseñanza. Aunque le cogiera el gusto a la traducción y le pillara el tranquillo (o no) a la interpretación, la docencia fue el motivo principal por el que empecé esta carrera. Siempre he sido muy práctico en la vida e intentado que todo lo que haga tenga un fin práctico.
Después de estar un montón de años con la idea de querer estudiar Traducción e Interpretación no quería que Filología fuera una opción. No quiero menospreciar a los filólogos (de hecho, siempre he pensado en hacer Estudios Ingleses para aumentar mis conocimientos), pero cuando estaba en Bachillerato veía a la filología como una disciplina oscura, teórica y pesada, algo muy alejado de lo que buscaba en la vida.
Cuando Guillermo Pinilla me ofreció ser ponente en un congreso por y para estudiantes en la ciudad de Soria, en la que me iba a encontrar con gente con unos pensamientos de actitud parecidos a los míos, no me lo pensé y acepté en el momento. Me acordé de cuando estaba en el instituto y pensaba en que lo que iba a estudiar me iba a abrir muchas puertas, y así fue.
Mi charla ¿Qué hace un traductor como tú con un mercado como este? trataba de arrojar un poco de luz a los estudiantes presentes los cambios del grado respecto a la licenciatura, las opciones que tenemos los graduados en un mercado tan masificado y globalizado como este, además de algunos consejos para el estudiante.
¿Qué hace un traductor como tú con un mercado como este?
Cuando estaba estudiando Bachillerato, todavía no se había terminado de instaurar el proceso de Bolonia, y el año que inicié mis estudios en la Universidad de Málaga fue el primer año real en el que el nuevo plan de estudios tenía lugar, por lo que todo era nuevo. Esta era una de las razones por las que empecé a escribir Diario de un futuro traductor, como bien sabréis.
Licenciatura vs. grado
La principal diferencia entre la licenciatura, ya extinta, y el grado que nos querían imponer es que la primera era como el menú típico del día, en el que puedes elegir los platos que quieres comer dentro de unos disponibles, y el grado era el menú del comedor escolar (concretamente, cuando había el típico brécol hervido).
La razón es porque en la licenciatura, básicamente, el alumno podía elegir diferentes asignaturas para completar su formación en las asignaturas de libre configuración, mientras que en el grado, que dije que era una «licenciatura descafeinada», la formación dependía de la Universidad (como institución general), ya que el plan de estudios del grado intenta que todos los alumnos reciban, más o menos, la misma formación.
El grado, sin embargo, no iba a ser así, sino que se iba a parecer más al tipo de formación universitaria que hay en el resto de Europa; es decir, una formación básica de tres años, y luego una formación complementaria de dos años, en forma de máster. En España se ha instaurado un grado de cuatro años, con un año de especialización dentro del grado, implementado en el último año de formación.
El momento de especializarse
Entre las especializaciones, encontramos, al menos en la Universidad de Málaga, la llamada traducción generalista (que explico en Diario de un futuro traductor, pero que se resume en la adición de una nueva lengua para abrir más mercado), traducción especializada (con traducciones especializada de las lenguas B y C, e interpretación de la C), e interpretación de conferencias (con interpretación simultánea y un especial hincapié en la interpretación de la lengua C).
Hay más formas de especializarse y de formarse a partir del grado. Los másteres están a la orden del día, y podemos encontrar el que más se adecue a nuestros gustos y necesidades con buscar un poco por las universidades que más nos interesen. Además, existen cursos de formación horizontal (relacionados con nuestro campo; en este caso, la traducción, la interpretación y los idiomas) y vertical (no relacionados directamente con nuestro campo, pero que nos pueden servir en el futuro, como fiscalidad o redes sociales).
Además, la asistencia a charlas y seminarios como el I Congreso de Estudiantes de Soria nos pueden ayudar y orientar para nuestra especialización. Podemos ponernos en contacto con los profesionales de los campos que más nos llaman la atención y ver de primera mano en qué va a conseguir nuestro futuro empleo.
Consejos para la inserción laboral
Tengo varios consejos, pero, como dije en la charla, no creo que siempre tengan que funcionar. Hay mucho de factor suerte, y mucho de factor «contacto» que puede hacer que nos contraten antes; sin embargo, considero que la diferenciación, ya sea con formación o con un buen currículo y una buena carta de presentación, es algo muy importante para que trabajemos de lo que nos gusta. Sinceramente, creo que también hay que ser muy valiente y saber que el «no» siempre está ahí, y tenemos que ir a por el sí. ¿O acaso nosotros nunca hemos fallado en nada?
Reflexión personal
Estos días en Soria han significado muchísimo para mí, no solo personalmente sino también en el plano profesional. Ver nacer a un congreso así, con tanta visión de expansión futura (al menos, expandirse en el tiempo, que ya es algo), y que consideren que mi experiencia vale la pena para inaugurarlo es algo que me honra como traductor y, sobre todo, como orientador.
Mi trabajo no es solo traducir: ya lo he dicho muchas veces. Intento que mis dos pasiones, que son la enseñanza y la traducción (y los idiomas en general, ya que estamos), se aúnen en algo maravilloso, en algo útil y, sobre todo, en algo que los estudiantes recuerden como bueno.
En lo personal, este viaje me hacía especial ilusión porque me reuní con Soria, después de mi participación como ponente en el ENETI de 2014, que se celebró en esa ciudad. Desde entonces han ocurrido muchísimas cosas, como mi comienzo como autónomo y la publicación de Diario de un futuro traductor. El resto de cosas personales, mejor me las guardo (que luego las lee algún cliente).