Tenemos que hablar… de la inteligencia artificial

Hay temas que son difíciles de abordar, precisamente por las problemáticas que supone no solo hablar de ello, sino también tener visiones extremas acerca de estos temas. En otros artículos de la serie «Tenemos que hablar» hemos abordado temas como los certificados de idiomas y de un tema tan crucial como los trabajos de fin de grado. Hoy vamos a hablar de un tema tan complicado como revolucionario: la inteligencia artificial, que está convirtiendo el panorama del campo de los proveedores de servicios de idiomas… y no especialmente desde un punto de vista positivo.

En la actual revolución tecnológica, la inteligencia artificial ha irrumpido en el mercado de la traducción prometiendo eficiencia y precisión sin precedentes; sin embargo, este avance no se libra de las críticas ni de las (obvias) preocupaciones para los traductores humanos. En este artículo, vamos a explorar de manera crítica el impacto de la IA en la traducción e interpretación, además de ofrecer una revisión de las luces y las sombras que se proyectan sobre el panorama lingüístico actual y futuro.

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Tenemos que hablar… de los TFG

Hay proyectos que dan como finalizada una etapa, y también algunos que comienzan otros momentos de la vida. La importancia de llevar a cabo ciertos planes hace que nuestras vivencias sean más interesantes, puras, o, simplemente, satisfactorias a ciertos niveles. Hoy empiezo (o continúo, mejor dicho) la sección Tenemos que hablar… con un proyecto que da como terminada la etapa universitaria del grado: el trabajo de fin de grado.

Hace bastante tiempo que veo comentarios al respecto de esta asignatura del curso final del grado, y la verdad es que lo que tengo claro es que hay sentimientos encontrados. Para algunos, es un proyecto para terminar la carrera con un buen sabor de boca, y tener la máxima nota posible es el objetivo principal; para otros muchos, sin embargo, es un trabajo innecesario y problemático. Esto me hizo pensar si realmente los trabajos de fin de grado tienen sentido, o si de verdad hace falta demostrar, una vez más, la valía del estudiante.

Hay un aspecto de los trabajos de fin de grado (TFG) que me recuerda un poco a las oposiciones: los alumnos se juegan mucho, se ponen delante de un tribunal que, en un momento determinado de sus vidas, juzga lo que han aprendido y cómo lo han aplicado a un determinado contexto. pero ¿de verdad demuestra eso? ¿De verdad todos los alumnos deben estar cortados por el mismo patrón?

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Tenemos que hablar de… los certificados de idiomas

Cuando uno es joven, siempre acaba siendo más atrevido de la cuenta, y dice cosas que quiere hacer y las que jamás se le pasaría por la cabeza; por poner un ejemplo, cuando empecé a estudiar Traducción e Interpretación y decidí probar cómo sería ser traductor (o intérprete), dije que jamás sería autónomo. Pues mira, fui autónomo durante casi tres años y medio. Cuando estudié el Máster de Profesorado, también me prometí que las oposiciones no estaban hechas para mí y que no perdería mi tiempo en ellas. Spoiler: llevo dos años preparándolas.

Con los certificados de idiomas me ha pasado una cosa parecida. Siendo traductor, nunca me habían solicitado ningún tipo de certificado que pusiera de manifiesto el nivel de idiomas con el que contaba, ya que se daba por hecho que mi nivel en inglés, por poner un ejemplo, era alto, ya que cuento con un Grado en Traducción e Interpretación y, además, también tengo experiencia previa en campos relacionados con los idiomas (como la misma traducción, la corrección o la redacción). Tampoco se me había solicitado demostrar mi destreza con el inglés en puestos relacionados con la formación, ya que con mis estudios era suficiente.

Sin embargo, una vez empiezas una carrera tan importante como la de opositar, te das cuenta de que hay muchos pasos que podrías haber dado con anterioridad que actualmente no tienes a tu favor, y que muchos otros competidores han avanzado hacia la obtención de méritos que actualmente no posees, como, precisamente, haberse presentado a certificados de idiomas. Pero ¿es obligatorio hacer exámenes solo para rascar algún punto? ¿La obtención de estos títulos es para todo el mundo? ¿De verdad te diferencia tantísimo tener un certificado o no? Pues la respuesta, como buen traductor, es «depende».

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