Cuando me preguntan por las cosas que no me gustan de ser autónomo, se me ocurren muchas, pero el tema del que voy a hablar hoy, precisamente, es una de las cosas que más me gusta: siendo traductor autónomo no necesito una oficina física para trabajar, sino que puedo hacerlo en cualquier lugar.
Ser profesionales freelance nos da movilidad. Nos permite trabajar mientras estamos de viaje, por lo que podemos acudir a eventos, irnos de vacaciones y hacer un proyecto puntual o, incluso, reunirnos con clientes en alguna otra ciudad: sea como sea, podemos tener una oficina totalmente operativa gracias a la magia de los equipos portátiles.
De hecho, yo ya he hecho uso de esa magia gracias a mi equipo portátil. Y no, mi oficina portátil no es un ordenador portátil, ni siquiera un ultrabook (¿acaso no son la misma cosa?). Cuando tengo que trabajar fuera de mi equipo habitual, utilizo una tableta. Y hoy os voy a explicar cómo se trabaja desde un equipo de este tamaño, además de las ventajas y los inconvenientes.
Por qué elegí una tableta
Para descubrir las razones por las que elegí trabajar con una tableta, tenemos que remontarnos a 2014. Por aquel entonces, ya había hecho un año desde que me comprara mi equipo de sobremesa desde el que trabajaba normalmente, pero se unieron dos hechos en mi vida: estaba empezando a viajar mucho en autobús a Madrid por razones personales, pero también estaba terminando mi trabajo de fin de grado y recibiendo mis primeras traducciones como profesional.
Eran seis horas que perdía cada vez que viajaba. Seis horas que podría estar investigando para mi proyecto de fin de carrera o repasando la traducción para poder entregarla. Estaba claro: necesitaba un equipo portátil desde el que poder trabajar y también hacer que los viajes fueran productivos.
Compré mi primer portátil en el año 2007, y estaba muy contento con el rendimiento, pero, cuando empecé a moverlo y llevarlo a la universidad (hasta entonces, solo había sido un mero equipo de sobremesa), me empecé a dar cuenta de lo que pesaba, a pesar de que llevaba una mochila que repartía bien el peso.
Cuando tuve que decidir sobre comprar un equipo portátil, me decidí por una tableta Asus Transformer Book H100TAM, y fueron varias las razones. El principal era el peso, como acabo de mencionar: pasar de 5,5 kg de mi Toshiba a menos de 2 kg de la tableta. El segundo era que las prestaciones que ofrecía eran bastante buenas para ser un equipo tan pequeño (4 GB de RAM son más que suficientes para trabajar en proyectos concretos, como he comentado antes), además de tener un precio bastante asequible para una tableta de estas características.
Otra razón, ya más personal, por la que elegí este modelo es que me enamoró el hecho de que fuera un modelo híbrido (tableta y portátil), debido a que tuve un pequeño chasco con otro dispositivo: un libro electrónico que me había comprado hace menos de dos años y que no tenía la pantalla retroiluminada. La tinta electrónica es muchísimo mejor para la vista, pero yo suelo leer de noche y, normalmente, sin ningún tipo de luz de apoyo, así que no me encantó demasiado (entonces, porque ahora lo uso muchísimo).
Ventajas de trabajar con una tableta
Las ventajas de trabajar con una tableta siendo traductor son muchísimas. Aunque ya haya mencionado el tema del peso, es algo que nosotros vamos a notar bastante, que somos bastante propensos a tener dolores de espalda (somos los mejores clientes de los fisioterapeutas).
Si tenemos que movernos mucho por temas de congresos, reuniones y eventos: por ejemplo, en mi caso, he hecho cálculos y he viajado más de 60 veces en el 2016, entre idas y venidas, y la mayoría de las veces me he tenido que llevar la tableta para trabajar en algún proyecto que haya dejado a medias o incluso haber tenido que dar alguna clase.
Lo que también me gustó es que, al tener un sistema operativo como Windows, es un entorno que ya conocemos y que es compatible con la mayoría de los programas que usamos los traductores para trabajar normalmente, como los programas de traducción asistida.
Otro punto a favor de trabajar con tabletas es su autonomía: mientras la carga de un portátil puede durar unas 8 horas, yo he llegado a trabajar 12 horas sin tener que cargar el dispositivo, algo que hay que tener en cuenta si usamos la tableta en momentos concretos en los que la necesitemos.
Inconvenientes de trabajar con una tableta
Evidentemente, también tiene que haber un lado «oscuro». Los inconvenientes a los que me he enfrentado al trabajar con una tableta son los siguientes: el hecho de que tenga un solo puerto USB me hizo tener que comprar un hub multipuertos USB para conectar a la vez el disco duro y el ratón.
La verdad es que una pantalla de 10,1 pulgadas como la de mi tableta es demasiado pequeña para trabajar demasiado tiempo o para proyectos en los que necesitamos algún tipo de referencia, como una traducción técnica, en la que tenemos que comprobar si lo que traducimos es una opción o una palabra dentro de un contexto, o una traducción audiovisual, en la que tenemos que trabajar con el vídeo abierto en una ventana mientras trabajamos en otra.
Normalmente, el audio de estas tabletas no es tan bueno como puede ser el de los portátiles, por lo que normalmente siempre utilizo auriculares cuando trabajo con la tableta. También es incómodo cuando la uso para asuntos personales, como ver una película o escuchar música, porque apenas se escucha.
El espacio también suele ser un problema con las tabletas; al menos, lo es con la mía. Solo tiene 32 GB de almacenamiento interno, aunque incluía un disco duro de 500 GB en el teclado (y también le compré una tarjeta interna de 256 GB). Como no solemos tener la opción de cambiar el almacenamiento predeterminado, no podemos instalar muchísimas aplicaciones.